Título original: Twilight
Dirección: Catherine Hardwicke
Guión: Melissa Rosenberg
País: Estados Unidos
Año: 2008
Duración: 122 min.
Intérpretes: Kristen Stewart, Robert Pattinson,
Kellan Lutz, Gil Birmingham, Taylor Lautner, Nikki Reed, Peter Facinelli, Elizabeth Reaser, Jackson Rathbone, Ashley Greene, Cam Gigandet
Fotografía: Elliot Davis
Música: Carter Burwell
Montaje: Nancy Richardson

Por Cristian A. Mangini


  ¿EL AMOR ES MÁS FUERTE?

Ya saben más o menos en que consiste esta película y las cosas no se salen demasiado de sus cauces, por lo tanto se tratará de no ser demasiado exhaustivo en detalles innecesarios. Aclarar dos cuestiones: en primera instancia, el rodaje de la película fue caótico y eso se nota en pantalla; en segunda instancia, es un chick-flick con vampirismo incorporado. Obviamente hay unas pocas secuencias que son lo suficientemente agresivas como para salirse de esa categoría, pero son un contraste tan llamativo que quedan como un momento aislado de la película (que no se supo explotar a lo largo de todo su desarrollo, dándole al climax un tono que el resto del film no tiene). Pero la película es High School Musical o “Casi Ángeles” con una historia de vampiros sin demasiado sustento, evidentemente agiornada por su autora Stephanie Meyer a los tiempos que corren. O sea, a quienes les interesen las historias de vampiros con un tono más oscuro acorde a los orígenes de la leyenda y el mito, con cierto trasfondo romántico, deberían tratar de ver la sueca Let the right one in de Tomas Alfredson.

 

Bien, el relato es así: Bella Swan, la protagonista interpretada por Kristen Stewart, tiene una familia disfuncional y se va unos días a vivir con su padre porque su madre se va unos días de vacaciones. Primer día de secundario, está nerviosa y conoce a unos pocos chicos (planos generales, la cámara hace travellings descuidados para demostrar incomodidad). Pero a pesar de sus dificultades logra adaptarse. Entonces, en uno de los almuerzos lo ve a él (o sea, el vampiro Edward Cullen interpretado por Robert Pattison)  y la brisa cálida del amor golpea su corazón. Oh, que bello, y sí, entonces vienen los ralentis, los planos detalles de los ojos, la iluminación demasiado difusa y brillante y nuestra protagonista se enamoró perdidamente del chico gótico tras clases en las que Cullen se mostraba antipático. ¿Por qué?, ¿Qué crueldad mueve los hilos del extraño Cullen?, ¿Por qué no le presta atención a nuestra querida Bella?. Ah, la decepción amorosa, vuelve a su casa y se encierra en su cuarto. Se enoja con él. ¿Y el padre interpretado por Billy Burke?, bueno, quien sabe, mira partidos y es el Jefe de policía de un pueblo, ¿Qué importa?, sigamos con nuestra historia amorosa.

 

Uh, si, siempre puede suceder una desgracia tipo que una camioneta se nos venga encima y nos aplaste pero, por suerte para nuestra querida Bella esta Cullen que la protege del auto con su súper fuerza. Nuestra protagonista queda azorada: ¡él la salvo de la muerte!. ¿Pero quien es él?, ¿de donde sacó su fuerza?. Minutos de diálogos de chicas, invitaciones a un baile y chicos, se prueban vestidos, se dan ánimo para encarar y un largo etcétera. La cuestión es que cuatro pibes las vieron probarse vestidos a nuestras protagonistas y les gritan un par de cosas pero siguen de largo. Aquí la directora Catherine Hardwicke (que ya conoce de extremos, vean la reaccionaria A los trece sino) y la escritora Stepahanie Meyer debieron haber encontrado lo que tanto buscaban: pensaron “¡ya sé, un par de pibes gritándoles cosas a chicas en un pueblo de poco más de 3000 habitantes deben ser inmorales y sucios (y malos)!”. Y sí, son malos, alcohólicos y feos, y encima distinguen a nuestra querida y delicada Bella en la oscura noche, en el medio de un callejón, caminado como gacela encantada, y entonces los muchachos (que, como ya dijimos, son malos) piensan en pasarla bien, ¿Por qué no abusar de nuestra pobre e inofensiva Bella? (cámara agresiva, muchos zooms, un trabajo de montaje clipero que, obviamente, pretende agredir al espectador), pero entonces está él, que además tiene auto, y se les tira encima a esos inadaptados y se transforma en el príncipe que salvó a la princesa, nuevamente. Y ella le toca la piel y distingue que es fría, le mira los ojos (plano detalle, otra vez) y ya había visto otros detalles que le resultaban extraños. Y bueno, uno más uno es dos, y siempre está el útil Google (quien sabe por qué los parámetros de búsqueda dan en leyendas medievales que poco tienen que ver algunas con el vampirismo) para que Bella finalmente deduzca que Edward es un vampiro. No un zombie o un chupacabras, un vampiro que ahora es su amor.

 

Y sí, ese es el centro de la película, luego está lo obvio que es el problema que implica tanto para vampiros como para humanos que una unión se de así, pero “el amor es más fuerte” y ellos permanecen juntos. Por supuesto que surge un conflicto y está en el sombrío climax que se mencionó, donde un vampiro sádico le da una linda paliza a Bella, donde además hay una pelea entre Edward y el vampiro que culmina en un momento dramático que implica que Edward reniegue de su condición de vampiro (que ya lo hacía antes, porque se considera un “asesino”) y la salve. Y las chicas suspiran, y el travelling en 180 grados también, junto al travelling en 360 en la secuencia de baile del final. Efectismo visual y narrativo, demasiado obtuso. Por otro lado, llama la atención el descuido técnico en algunas escenas: por decir un caso, en un diálogo en el hospital hay un cambio de eje que modifica la perspectiva de la toma. En una secuencia en el interior de la casa de Edward las condiciones de luz cambian drásticamente de un registro cálido (predominando el amarillo) a un registro despojado de la impresión que el color le pueda dar a la toma. Hay secuencias filmadas inexplicablemente con la cámara en 45 grados. Pero también hay que ver lo bueno: la secuencia del combate entre Edward y James está cuidada y es lo suficientemente prolija como para sorprender.

 

Sin embargo, y más allá de lo derivativo que se torna el guión por momentos, sobre todo en la introducción, hay que admitir que la película en su conjunto es entretenida. Sin embargo, no convence ni como chick flick ni como película de terror o thriller, es demasiado suave y tiene al target como un anclaje narrativo que no permite explorar las posibilidades del tema que da origen a la película, además de torpezas técnicas que delatan los problemas de rodaje que hacen que fuera despedida y ahora este Chris Weitz tras la secuela.