Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Director: Carlos Saldanha
Reparto: Leslie Mann, Jesse Eisenberg, Wanda Sykes, Jane Lynch, Rodrigo Santoro, Jamie Foxx, Anne Hathaway
Guión: Carlos Saldanha
Fotografía: Renato Falcão
Música: John Powell
Duración: 96 minutos
Año: 2011


6 puntos


A veces río

Por Mex Faliero

Hasta ahora -salvo las continuaciones de la saga de la Era del hielo– me habían interesado las producciones animadas realizadas por la Fox. Y la presencia de Carlos Saldanha en la dirección de Río me había hecho depositar algunas esperanzas respecto de las posibilidades del film: reconozco en él si no a un gran autor, al menos a un tipo que puede construir personajes con dimensiones y que tiene una mirada melancólica que se traduce al espíritu del film. Con estos antecedentes, debo concluir que Río es una película menor, intrascendente y hasta perezosa en diversos aspectos narrativos, más allá de la simpatía que desprenden algunos de sus pasajes y algunos -pocos- personajes. Incluso, ante el prejuicio que podíamos tener sobre cómo la película incorporaría el escenario de Río de Janeiro a la historia, por momentos confirma todas las presunciones dando cuenta de un pintoresquismo exacerbado, cuestión mucho más preocupante si tenemos en cuenta que la mirada sobre lo “brasileño” no proviene de un extranjero sino de un nativo como es el propio Saldanha.

De lo que estamos seguros es que Saldanha tiene una obsesión por  aquello que está a punto de extinguirse: desde los animales de La era del hielo a los robots chatarra de Robots, hasta Blu, el guacamayo protagonista de Río, que es el último de su especie y al que hay que aparear para que pueda prolongar la misma. El problema es que Blu fue a parar a Minnesota y tendrá que llegarse hacia el país carioca para encontrarse con una guacamaya y… bueno, ya imaginan el resto. En esa empresa se comprometen Tulio (un especialista en aves brasileño) y Linda, la dueña del pajarraco. Pero una vez instalados en Brasil, ambos guacamayos son robados por unos traficantes de aves exóticas, y ahí comienza la aventura. Aventura que será, especialmente, de autodescubrimiento y superación personal, ya que hay algo que separa a Blu de su especie: no sabe volar.

Contra lo que se pueda pensar, el inconveniente de Río no es la simpleza de su historia, ya que sobre los conflictos básicos se construyen habitualmente los films infantiles. Hay en el comienzo de Río una idea interesante: hacer de la selva un compás de sonidos y colores. El arrollador arranque -por lo lejos lo mejor del film- es un colorido musical con las aves despertando al ritmo de una batucada. Saldanha captura acertadamente el ritmo y construye velozmente el conflicto de su personaje principal. Este elemento imprevisto, disruptivo, incluso si pareciéndose al musical estilo Disney logra tener personalidad y energía, no volverá a repetirse con la misma fuerza durante el resto del metraje. Es más, los musicales posteriores no lograrán insertarse fluidamente al relato y sólo serán una pieza más, funcional, al producto, como lo son los comic relief (y hay aquí demasiados personajes intentando cumplir ese rol) y casi todo lo que aparece por aquí. Porque si hay algo que no funciona en Río es su evidente piloto automático para incorporar todas los elementos obvios que debe tener una película animada en 3D hecha para vender peluches. Es rutinaria: compárenla con Enredados o Rango -los dos grandes films animados en lo que va del año- y se darán cuenta.

Río, funciona a veces. Lo hace cuando a pesar de tener un subtexto ecologista, nunca este se impone a la narración; lo hace siempre que aparece Luiz, un perro bulldog con un constante complejo por su baba; y lo hace casi siempre que podemos reconocer en Blu a Jesse Eisenberg, el protagonista de Red social, quien aquí presta la voz para el protagonista (voz que por estas tierras conoceremos cuando la veamos en dvd) y con la que construye a otro de sus adolescentes conflictuados, entre la timidez y la torpeza simpática. Por lo demás, hay momentos de tarjeta postal que incluso molestan mucho más que en una película con actores, toda vez que reconocemos que hubo horas de animadores trabajando sólo para mostrar el Cristo Redentor. Y no es por el pobre Cristo, que ha salido igualito y muy bello, sino porque ahí nos damos cuenta que antes que en la historia o en los personajes, se puso énfasis en la elaboración del folleto publicitario turístico. Con todo, Río es amable, no le hace mal a nadie, apuesta a la familia disfuncional y permite algunas risas bien sinceras.