Nuevamente salió Jorge Carnevale a decir las pavadas de siempre, y todos estamos comentándolo, como si fuera realmente importante. El suyo ya es un discurso tan repetido como irrelevante: que antes al Festival de Mar del Plata venían grandes estrellas, grandes teóricos, grandes críticos, grandes cineastas, y ahora no; que el evento antes tenía peso a nivel mundial, pero ahora no; que el Festival ya no tiene razón de ser, que está muerto, que no sirve para nada. Lo que importa en verdad no es el vacuo contenido de lo que dice Carnevale, sino por qué puede decirlo. En primera instancia, puede hacerlo porque ocupa un lugar de poder. Y no me refiero solamente al hecho de que trabaja para el Grupo Clarín, multimedios que en ningún momento de los días festivaleros utilizó sus publicaciones gráficas, sus radios o canales de televisión para atacar a la organización del evento (y …