Título original: Divergent
Origen: EE.UU.
Dirección: Neil Burger
Guión: Evan Daugherty, Vanessa Taylor, sobre la novela de Veronica Roth
Intérpretes: Shailene Woodley, Theo James, Ashley Judd, Jai Courtney, Ray Stevenson, Zoë Kravitz, Miles Teller, Tony Goldwyn
Fotografía: Alwin H. Küchler
Montaje: Richard Francis-Bruce, Nancy Richardson
Música: Junkie XL
Duración: 139 minutos
Año: 2014
6 puntos
Una heroína y poco más
Por Mex Faliero
No serán pocas las menciones que se harán a Los juegos del hambre, ya que Divergente se parece y mucho a aquella saga, empezando por su origen literario y siguiendo por su retrato de un mundo distópico en el que una joven heroína aparece como la líder de una revolución. Pero, convengamos, tampoco es que Los juegos del hambre haya sido demasiado original, ya que algunos elementos de su trama se pueden encontrar en Batalla real, por ejemplo. En definitiva, estamos ante un tipo de espectáculo llamativo: si por un lado convocan alegremente a cierto tipo de rebelión, por el otro se construyen como meros productos audiovisuales manufacturados. Como un pseudo culto que dice combatir a determinado credo dominante, convirtiéndose a su vez en un credo dominante. Así que lo que queda por ver en este tipo de propuestas ya no es tanto la originalidad o pertenencia de su entramado de referencias (no demasiado complejas, está claro), sino cuáles son las variantes y qué puede haber de novedoso. Divergente ofrece algunas cosas interesantes, y mucho piloto automático como para pasar de la medianía que consume demasiados de sus 139 minutos.
Reiteramos: sí, se parece a Los juegos del hambre, pero hay una diferencia sustancial en el tipo de heroína que construye. Si Katniss Everdeen era una heroína a su pesar, la Tris de Divergente es una heroína de armas tomar, decidida y no demasiado conforme en ocupar el lugar que su sociedad le destina. Es por eso que Divergente termina siendo, en ese sentido, mucho más revolucionaria, alegre y emocional. A Tris no le eligen el camino, sino que ella misma avanza con seguridad sobre lo que desea ser más allá de que por momentos dude o prefiera seguir el rebaño para estar tranquila. Divergente así, revalida el suceso editorial que resultó básicamente porque su protagonista es lo más fácil de identificar con el público al que apunta: adolescentes en época de autodefinirse y distanciarse de la tutoría paterno-maternal. Es verdad que enmarca y adorna a la rebeldía con todos los clichés de este tipo de productos convencionales, pero no es menos satisfactoria en sus decisiones éticas y políticas.
Ahora, una cosa es el discurso y otra la práctica. En líneas generales lo que el film de Neil Burger quiere decir, lo dice con fluidez, soltura y escasa sutileza. Sin embargo, a la hora de poner la maquinaria en marcha resulta bastante fofa y ausente de todo tipo de carisma. En primera instancia, la falta de cinismo y la apuesta por un romanticismo alla Crepúsculo atenta contra la solidez de la propuesta, haciéndola ver por momentos bastante ridícula. Divergente tarda un montón en arrancar, se detiene en conflictos existenciales bastante evitables por obvios y abusa en su última media hora de giros de guión y cilffhanger, que terminan abrumando al espectador ante la falta de timing general. Pero más, y peor, el diseño visual, la forma de mostrar ese mundo separado en cinco clanes, es pobre, deslucida, una baratija comprada en algún outlet de ciencia ficción adolescente.
Pero entre los problemas que esgrime el film, que por la fuerza de su idea base no terminan de destruir del todo, hay dos decisiones de producción que resultan, vistos los resultados, excesivamente erróneas. De un tiempo a esta parte se han comenzado a elegir directores con cierto “prestigio” para contar estas historias, y Burger -con un par de éxitos indies– parecía ser alguien capaz de darle la espesura dramática que la historia proponía. Algo de eso hay, pero lo deslucido de las secuencias de acción se debe en primera instancia a su falta de conocimiento en el género y segundo a la falta de sangre que su calificación SAM 13 necesita. Y otra cosa que falla es la elección de la protagonista: Shailene Woodley no es necesariamente una mala actriz, pero este rol requiere una presencia física de la que carece. Las escenas de acción son intrascendentes, lentas y -lo peor- se nota la coreografía. Algo que se observa también en la pálida presencia de Kate Winslet.
Vaya uno a saber cómo le irá comercialmente (eso le corresponde determinarlo a los fanáticos), pero Divergente es bastante fallida como para pensar en un futuro exitoso como saga.